martes, 10 de enero de 2017

Vemos a Jesús coronado de gloria por su pasión y muerte


Dios no sometió a los ángeles el mundo venidero, del que estamos hablando;
de ello dan fe estas palabras:

«¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que mires por él?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
todo lo sometiste bajo sus pies.»

En efecto, puesto a someterle todo, nada dejó fuera de su dominio.
Pero ahora no vemos todavía que todo le esté sometido.
Al que Dios había hecho un poco inferior a los ángeles,
a Jesús,
lo vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte.

Así, por la gracia de Dios, ha padecido la muerte para bien de todos.
Dios, para quien y por quien existe todo,
juzgó conveniente, para llevar a una multitud de hijos a la gloria,
perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de su salvación.
El santificador y los santificados proceden todos del mismo.
Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos, cuando dice:
«Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré.»

Lectura de la carta a los Hebreos (2,5-12)

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