Han concluido las Jornadas Mundiales de la Juventud. Millones de jóvenes han acudido a la llamada del Papa, para escuchar la Palabra de Dios, celebrar la Eucaristía y, fundamentalmente, fortalecerse en la fe. Aunque estaban presentes jóvenes de todo el mundo, la abrumadora mayoría eran jóvenes brasileños. Hemos conocido sus problemas: la falta de trabajo, la tentación de la droga, del dinero o del placer, el sincretismo religioso-espiritual, la pobreza de las favelas...
La juventud católica americana es una gran esperanza para toda la Iglesia. Oremos al Señor intensamente para que muchos jóvenes se enamoren profundamente de Cristo, y América produzca frutos de vida cristiana que a todos nos enriquezca. Oremos para que el Señor conceda generosidad a cuantos el Espíritu Santo llama.
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad
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