lunes, 21 de septiembre de 2015

Un Señor, una fe, un bautismo


Yo, el prisionero por el Señor,
os ruego que andéis
como pide la vocación a la que habéis sido convocados.
Sed siempre humildes y amables,
sed comprensivos,
sobrellevaos mutuamente con amor;
esforzaos en mantener la unidad del Espíritu
con el vínculo de la paz.

Un solo cuerpo y un solo Espíritu,
como una sola es la esperanza de la vocación
a la que habéis sido convocados.

Un Señor, una fe, un bautismo.
Un Dios, Padre de todo,
que lo trasciende todo,
y lo penetra todo,
y lo invade todo.

A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia
según la medida del don de Cristo.
Y él ha constituido a unos, apóstoles,
a otros, profetas,
a otros, evangelizadores,
a otros, pastores y maestros,
para el perfeccionamiento de los santos,
en función de su ministerio,
y para la edificación del cuerpo de Cristo;
hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe
y en el conocimiento del Hijo de Dios,
al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,1-7.11-13)

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