Jan Provost - El último Juicio |
El Señor ruge desde Sión,
desde Jerusalén levanta su voz;
tiemblan los cielos y la tierra.
Pero el Señor protege a su pueblo,
auxilia a los hijos de Israel.
Entonces sabrán que yo soy el Señor, su Dios,
que habito en Sión, mi monte santo.
Jerusalén será santa, y ya no pasarán por ella los extranjeros.
Aquel día los montes destilarán vino y de las colinas manará leche.
Los ríos de Judá irán llenos de agua
y brotará un manantial del templo del Señor
que regará el valle de las Acacias.
Egipto se volverá un desierto y Edom una árida llanura,
porque oprimieron a los hijos de Judá
y derramaron sangre inocente en su país.
En cambio, Judá estará habitada para siempre,
y Jerusalén por todos los siglos.
Vengaré su sangre,
no quedarán impunes los que la derramaron,
y yo, el Señor, habitaré en Sión.
Lectura del libro del profeta Joel (4,12-21)
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