Oremos para dar gracias al Señor, que por medio del testimonio de los apóstoles y de su vida generosamente puesta al servicio de Jesucristo, nos ha permitido después de tantos siglos llegar al conocimiento de la verdad, y a la esperanza de participar en la salvación. Démosle gracias al Espíritu Santo, que hizo de aquellos débiles hombres la semilla que llegó a fructificar en la Iglesia. Y le pedimos al Señor que nos conceda también, a cada uno de nosotros, el ser testigos de su resurrección en medio de las vicisitudes de nuestra vida.
A ti, Señor, te alabamos;
a ti, Señor, te reconocemos;
a ti te venera el coro de los Apóstoles.
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