Uso un lenguaje corriente,
adaptándome a vuestra debilidad,
propia de hombres;
quiero decir esto:
si antes cedisteis vuestros miembros
como esclavos a la inmoralidad y al desorden,
para el desorden total,
ponedlos ahora al servicio de la justicia
para vuestra santificación.
Cuando erais esclavos del pecado,
la justicia no os gobernaba.
¿Qué frutos dabais entonces?
Frutos de los que ahora os avergonzáis,
porque acaban en la muerte.
Ahora, en cambio, emancipados del pecado y hechos esclavos de Dios,
producís frutos que llevan a la santidad
y acaban en vida eterna.
Porque el pecado paga con muerte,
mientras que Dios regala vida eterna
por medio de Cristo Jesús, Señor nuestro.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (6,19-23)
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