Que el pecado no siga dominando vuestro cuerpo mortal,
ni seáis súbditos de los deseos del cuerpo.
No pongáis vuestros miembros al servicio del pecado,
como instrumentos para la injusticia;
ofreceos a Dios
como hombres que de la muerte han vuelto a la vida,
y poned a su servicio vuestros miembros,
como instrumentos para la justicia.
Porque el pecado no os dominará:
ya no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia.
Pues, ¿qué?
¿Pecaremos porque no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia?
¡De ningún modo!
¿No sabéis que, al ofreceros a alguno como esclavos para obedecerle,
os hacéis esclavos de aquel a quien obedecéis:
bien del pecado, para la muerte,
bien de la obediencia, para la justicia?
Pero, gracias a Dios,
vosotros, que erais esclavos del pecado,
habéis obedecido de corazón a aquel modelo de doctrina
al que fuisteis entregados
y, liberados del pecado,
os habéis hecho esclavos de la justicia.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (6,12-18)
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