Querido amigo Gayo, te portas con plena lealtad en todo lo que haces por los hermanos, y eso que para ti son extraños. Ellos han hablado de tu caridad ante la comunidad de aquí. Por favor, provéelos para el viaje como Dios se merece; ellos se pusieron en camino para trabajar por él sin aceptar nada de los gentiles. Por eso debemos nosotros sostener a hombres como éstos, cooperando así en la propagación de la verdad.
En la primera lectura de la Eucaristía de hoy leemos un pequeño fragmento de la breve tercera Epístola de san Juan, dirigida a Gayo, en la que le exhorta a ayudar a unos predicadores que anuncian el Evangelio. Esta petición de la primitiva comunidad cristiana sigue vigente en nuestros días; por eso, queremos pedir por los misioneros que, en situaciones de extrema dificultad, anuncian la llegada en Jesucristo del Reino de Dios. Para que nunca les falte ni el apoyo de nuestra solidaridad, ni el sostén de nuestra oración.
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