Así dice el Señor: «A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel; cuando escuches palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte. Si yo digo al malvado: "¡Malvado, eres reo de muerte!", y tú no hablas, poniendo en guardia al malvado para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre; pero si tú pones en guardia al malvado para que cambie de conducta, si no cambia de conducta, él morirá por su culpa, pero tú has salvado la vida.»
| Van der Weyden - Los siete Sacramentos |
Este texto del capítulo 33 del profeta Ezequiel que leemos como primera lectura de la Eucaristía de hoy, nos invita a orar por todos los que anuncian, de parte de Dios, su palabra; especialmente por los obispos y sacerdotes, a quienes se les ha encomendado el servicio de la absolución de los pecados en el sacramento de la penitencia. Para que lo ejerzan con asiduidad, sabiduría y caridad.

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