Digo esto, hermanos: que el momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.
Este fragmento del capítulo séptimo de la Primera Carta a los Corintios, que leemos hoy como primera lectura de la Eucaristía, nos invita a rezar, los unos por los otros, para que estemos vigilantes y nuestros corazones no se duerman en la representación de este mundo que pasa, sino que aspiren a nuestro verdadero destino: compartir la eterna dicha del Reino de los Cielos.
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