Nunca debiéramos acostumbrarnos a imágenes como las que, con frecuencia, se ven en Ceuta, en Melilla, o en la italiana isla de Lampedusa. Son personas como nosotros; su único delito es no haber nacido donde lo hemos hecho nosotros. Se arriesgan a buscar un futuro lejos de donde no tienen otra realidad que la miseria y la pobreza. Pidamos al Señor que ayude a estas personas, que nos conceda a nosotros sentimientos de solidaridad, y para que nuestro mundo camine hacia una efectiva mejora en las condiciones de vida en los países menos desarrollados.
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