Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo. Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.
Este texto de la Primera Carta a los Corintios, que se proclama en la primera lectura de la Eucaristía de este día, nos invita a orar por la Iglesia, de la que formamos parte todos los bautizados, para que procuremos la unidad en la diversidad, estimando los distintos dones y carismas que el Señor nos ha concedido, poniéndolos al servicio del bien de los hermanos.
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