El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo. Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales. Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial.
El texto de la Primera Carta a los Corintios que leemos en la primera lectura de la Eucaristía de hoy nos invita a orar, los unos por los otros, para que el Espíritu Santo aumente nuestra fe y sepamos, así, afrontar los acontecimientos de nuestra existencia con los ojos puesto en el misterio pascual de Jesucristo, en su gloriosa resurrección, a la que en su misericordia nos ha llamado para ser eternamente hijos de Dios.
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