La sabiduría es un espíritu inteligente, santo, único,
múltiple, sutil, móvil,
penetrante, inmaculado, lúcido,
invulnerable, bondadoso, agudo,
incoercible, benéfico, amigo del hombre,
firme, seguro, sereno, todopoderoso, todo vigilante,
que penetra todos los espíritus inteligentes, puros, sutilísimos.
La sabiduría es más móvil que cualquier movimiento,
y, en virtud de su pureza, lo atraviesa y lo penetra todo;
porque es efluvio del poder divino,
emanación purísima de la gloria del Omnipotente;
por eso, nada inmundo se le pega.
Es reflejo de la luz eterna,
espejo nítido de la actividad de Dios e imagen de su bondad.
Siendo una sola, todo lo puede;
sin cambiar en nada, renueva el universo,
y, entrando en las almas buenas de cada generación,
va haciendo amigos de Dios y profetas;
pues Dios ama sólo a quien convive con la sabiduría.
Es más bella que el sol y que todas las constelaciones;
comparada a la luz del día, sale ganando,
pues a éste le releva la noche,
mientras que a la sabiduría no le puede el mal.
Alcanza con vigor de extremo a extremo
y gobierna el universo con acierto.
Lectura del libro de la Sabiduría (7,22–8,1)
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