miércoles, 17 de abril de 2019

El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes

Alonso Berruguete - Ecce Homo

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado,
para saber decir al abatido una palabra de aliento.
Cada mañana me espabila el oído,
para que escuche como los iniciados.
El Señor me abrió el oído;
yo no resistí ni me eché atrás:
ofrecí la espalda a los que me apaleaban,
las mejillas a los que mesaban mi barba;
no me tapé el rostro
ante ultrajes ni salivazos.

El Señor me ayuda,
por eso no sentía los ultrajes;
por eso endurecí el rostro como pedernal,
sabiendo que no quedaría defraudado.

Tengo cerca a mi defensor,
¿quién pleiteará contra mí?
Comparezcamos juntos.
¿Quién tiene algo contra mí?
Que se me acerque.

Mirad,
el Señor me ayuda,
¿quién me condenará?

Lectura del libro de Isaías (50,4-9a)

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