Oremos por las Hermanas del Ángel de la Guarda, que celebran hoy en Oviedo la Beatificación de su fundador, el Padre Luis de Ormieres. En su página Web han dejado un bello retrato de las virtudes que adornaron a este sacerdote francés. Sirva de acción de gracias al Señor, que sigue suscitando en la Iglesia la santidad en el servicio al prójimo.
La Fe Su Fe en la Palabra de Dios es activa y coherente. Le ayuda a descubrir su vocación sacerdotal y a ofrecerse en la fidelidad de cada día: es la fuerza que le ayuda a proclamar la «gloria de Dios» y a abandonarse en la divina Providencia. Toda su vida de fe tiene como modelo la fe de María y así, durante toda su vida no hará otra cosa más que buscar y aceptar siempre el querer de Dios.
La Esperanza La esperanza radicaba en una confianza profunda en la Divina Providencia que lo sostuvo en todos los contratiempos de la vida y le permitió aceptar con serenidad los sufrimientos morales y físicos hasta la muerte. La esperanza ha sido el fundamento no solo de su serenidad, sino también de su paciencia; Nada sucede que no sea para el bien de los elegidos’ (p. 467). Esta virtud fue la que le dio la fuerza para realizar el gran apostolado educativo, considerando la vida presente como «el preludio de una eterna juventud».
La Caridad La caridad en su doble dimensión: Caridad para con Dios y con el prójimo fueron las razones fundamentales de su total donación como sacerdote, como educador y como fundador. Si su amor a Dios es claro y sencillo, su amor al prójimo es igualmente claro. Ya desde el Seminario, su servicio hacia los demás es total; es de todos conocido su gesto en Comus que permite a su Obispo definirlo como mártir de la Caridad’ Su figura se presenta hoy como un modelo de sacerdote secular que expande toda su vida al servicio de la juventud y que no solamente trabaja por ella, sino que busca los medios para ampliar su trabajo mediante la fundación de un Instituto destinado a llevar a todo el mundo sus frutos.
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