En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque tú, para llevar a su plenitud el misterio pascual,
has enviado hoy al Espíritu Santo
sobre aquellos a quienes adoptaste como hijos
al injertarlos en Cristo, tu Unigénito.
Este mismo Espíritu fue quien,
al nacer la Iglesia,
reveló a todos los pueblos el misterio de Dios
y unió la diversidad de las lenguas en la confesión de una misma fe.
Por eso, el mundo entero se desborda de alegría
y también los coros celestiales,
los ángeles y los arcángeles,
cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo
es el Señor,
Dios de universo.
Llenos están el cielo y la tierra
de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor
Hosanna en el cielo
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