Te damos gracias, Cristo Señor;
tú has dado tu cuerpo y tu sangre
por la salvación del mundo y la vida de nuestra alma.
Te damos gracias, Padre omnipotente,
por habernos preparado la Iglesia como puerto seguro,
templo de santidad,
en el que glorificamos a la Santísima Trinidad.
Te damos gracias, Cristo, nuestro Rey:
tu cuerpo y tu sangre preciosa nos dan la vida.
Concédenos el perdón y la misericordia.
Te damos gracias, Espíritu, que renuevas la santa Iglesia.
Consérvala pura en la fe de la Santísima Trinidad,
hoy y hasta el final de los siglos.
Te damos gracias, Cristo Señor,
porque nos has alimentado en esta mesa
y porque nos has preparado el convite eterno
en el que te alabaremos por siempre con el Padre y el Espíritu Santo.
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