Queridos hermanos y hermanos, este santo monje es ciertamente un gran ejemplo de santidad monástica, alimentada en las fuentes de la tradición benedictina. Para él el ideal del monje consiste en adherirse tenazmente a Cristo, en una vida claustral caracterizada por la humildad monástica y por la laboriosidad, así como por un clima de contemplación silenciosa y de alabanza constante a Dios. La primera y más importante ocupación del monje, según Pedro de Cluny, es la celebración solemne del Oficio divino —obra celestial y la más útil de todas— acompañada con la lectura, la meditación, la oración personal y la penitencia observada con discreción. De esta forma toda la vida queda penetrada de amor profundo a Dios y de amor a los demás, un amor que se manifiesta en la apertura sincera al prójimo, en el perdón y en la búsqueda de la paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario