Conozco tus obras; tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto. Ponte en vela, reanima lo que te queda y está a punto de morir. Pues no he encontrado tus obras perfectas a los ojos de mi Dios. Acuérdate, por tanto, de cómo recibiste y oíste mi palabra: guárdala y arrepiéntete. Porque, si no estás en vela, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Ahí en Sardes tienes unos cuantos que no han manchado su ropa; ésos irán conmigo vestidos de blanco, pues se lo merecen. El que salga vencedor se vestirá todo de blanco, y no borraré su nombre del libro de la vida, pues ante mi Padre y ante sus ángeles reconoceré su nombre.
En la primera lectura de la Eucaristía leemos esta admonición del Apocalipsis a la comunidad cristiana de Sardes. También nosotros necesitamos recordar que nuestras obras, con frecuencia, no son perfectas. Por lo tanto, oremos los unos por los otros, para que el Señor nos conceda el arrepentimiento de nuestros pecados, para poder así ver inscritos nuestros nombres, junto a los vencedores, en el libro de la vida.
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