En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, diciendo que en el suministro diario no atendían a sus viudas. Los Doce convocaron al grupo de los discípulos y les dijeron: «No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos de la administración. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea: nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra.»
El texto de los Hechos de los Apóstoles que leemos en la Eucaristía de hoy nos invita a orar no sólo por los diáconos, sino también por todos los hombres y mujeres que, con generosidad y abnegación colaboran en la labor caritativa de la Iglesia a través de las organizaciones de Caritas parroquiales, o en las distintas Órdenes Religiosas que procuran compartir con los más necesitados la alegría del Evangelio.
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