Cristo Resucitado. Escuela Pedro Berruguete. Catedral de Ávila |
La aurora tiñe el cielo como de oro
y resuenan en el aire las alabanzas;
el mundo exulta de gozo
y el infierno brama y gime.
Cuando el rey poderosísimo,
quebradas las fuerzas de la muerte,
aplasta con su pie al infierno
y rompe las cadenas a los justos.
Aquél que celosamente custodian los soldados
junto a la piedra que sella el sepulcro,
hoy se alza noble y magnífico,
triunfante sobre su tumba.
Se acabaron ya los llantos del infierno
y también sus dolores,
porque un ángel resplandeciente de luz
proclama que el Señor ha resucitado.
Sé tú, Jesús, para nuestras almas,
el gozo perenne de la Pascua,
y dígnate hacernos partícipes de tu triunfo,
a quienes hemos renacido a la gracia.
Para ti, Señor, toda la gloria,
que vencida la muerte, reluces deslumbrante,
con el Padre y el Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.
Amén.
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