Buscando conocer conocimiento desconocido,
la Virgen exclamó al ángel mensajero:
¿Puede nacer un hijo de un vientre casto?
Dime.
Pero él le respondió con temor, clamando:
Regocíjate, misterio del consejo inefable.
Regocíjate, fe de los que oran en silencio.
Regocíjate, preludio de los milagros de Cristo.
Regocíjate, corona de sus doctrinas.
Regocíjate, escala celestial por la cual Dios descendió.
Regocíjate, puente que conduce de la tierra al cielo.
Regocíjate, maravilla renombrada grandemente entre los ángeles.
Regocíjate, herida lamentada amargamente por los demonios.
Regocíjate, tú que inefablemente diste nacimiento a la Luz.
Regocíjate, tú que no revelaste el misterio a ninguno.
Regocíjate, tú que sobrepasas el conocimiento de los sabios.
Regocíjate, tú que traes iluminación al entendimiento de los fieles.
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