Entonces, llena de una alegría desbordante, exclamé: «Oh Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi vocación: mi vocación es el amor. Sí, he hallado mi propio lugar en la Iglesia, y este lugar es el que tú me has señalado, Dios mío. En el corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor; de este modo lo seré todo, y mi deseo se verá colmado».
Esta frase pertenece a la Narración que de su vida hizo santa Teresita. Siempre deseó ofrecer su existencia por los sacerdotes y por las misiones; pero encontró su puesto en la Iglesia siendo el amor. Oremos, por su intercesión, por todos los sacerdotes y misioneros, que anuncian el Evangelio en todos los rincones del mundo, para que fieles a la vocación a la que han sido llamados, vivan en la santidad y en la sinceridad de corazón.
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