Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Oremos los unos por los otros, para que el Señor nos conceda el dinamismo de la fe y poder así anunciar la gozosa noticia de su salvación, en todos los ambientes en los que vivismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario