Hoy recuerda la Iglesia a san Cirilo de Jerusalén, el gran doctor y obispo que iluminó a la Iglesia con sus escritos, especialmente sus Catequesis a los que iban a recibir el Bautismo y a los ya bautizados. Tuvo la dicha de ver cómo la ciudad de Jerusalén, a mediados del siglo IV, se convirtió en uno de los principales centros cristianos de peregrinación, una vez conseguida la paz de la Iglesia con el Imperio Romano.
Oremos hoy por los cristianos que viven en difíciles condiciones en la Tierra Santa. A diferencia de aquellos tiempos, los cristianos son hoy allí una exigua minoría, dividida entre las diversas confesiones, y muchas veces arrinconada entre judíos y musulmanes. Pidamos especialmente por los hermanos franciscanos, custodios de los Santos Lugares. Pidamos también por nuestros hermanos de la Iglesia Ortodoxa, y de las demás confesiones cristianas antiguas, que allí veneran con nosotros al Señor Jesús.
Pidamos al Señor por la paz en aquella atormentada región, y pues allí derramó el Señor su sangre por la reconciliación de todos los hombres, pueda llegar a ser un lugar de pacífica convivencia y de libertad religiosa.
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