Es verdaderamente santo,
es en verdad incomparablemente glorioso
nuestro Señor Jesucristo tu Hijo.
Bajo quien caen los fuertes y se levantan los caídos,
cuando se precipitan en tierra los que presumen de sí
y son llevados hasta el cielo los que de sí desconfían.
El que es camino de salvación para los que inician su peregrinación
y es premio exuberante para los que la culminan.
Así pues, Dios Padre,
sea él abogado ante ti de todos nosotros
por los que entregó su vida,
a fin de que con su ayuda podamos completar este ayuno
y merezcamos llegar con el corazón puro a los días de su Pasión.
Oración después del Sanctus
Martes I de Cuaresma
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